lunes, 24 de agosto de 2015

Más que especialistas, seres humanos con todas las letras.

Todos siempre tienen una mala impresión de los doctores, enfermeras, entre otros.
Quiero contarles como vine a caer en excelentes manos.
Cuando me diagnosticaron una simple anemia (cosa que nada que ver), en Saénz Peña -Chaco me mandaron una hematóloga que no pudo llegar a atenderme porque justamente salía de vacaciones, me recomendó a un oncólogo en Resistencia, ese hombre se comportó como un mismo ángel que Dios puso en mi camino, hizo los mil y un estudios para realmente determinar que es lo que yo tenia, nos mando a todos los hospitales de la misma ciudad para hacerme más análisis porque no estaba completamente tranquilo con lo que me diagnosticaron, el fue el primero que punzó mi médula solamente con anestesia local, estuve pendiente de cada movimiento que el realizaba (la punción lumbar es un procedimiento médico donde se extrae una pequeña muestra de líquido cefalorraquídeo para analizarla, se introduce con mucho cuidado una aguja en la parte inferior de la columna vertebral para tomar dicha muestra). Hubo un momento en que quebré en llanto no por el dolor, sino por el miedo, miedo a lo desconocido, no es fácil que te atraviesen con un aguja en el hueso de la cadera.
Al día siguiente suponiendo que todo estaba "bien" me volví a casa, al mediodía recibí una llamada del mismo doctor diciendo que ya tenia los resultados y que no estaba muy contento con ellos, nos dijo que rápidamente quería que vayamos para allá, así que al día siguiente nuevamente regresamos, una mañana espectacular se convirtió en el peor día de toda mi vida, el ambiente a penas llegue al consultorio se puso pesado, como que ya me advertía de ante manos que algo malo estaba por pasar, el doc abrió la puerta y mi corazón comenzó a latir que pensé que en cualquier momento se me iba a escapar e iba a largarse en caída libre hacia el solido y frió suelo.
Entramos, lo primero que hice fue fijarme en los rostros de mis padres, estaban sin expresión alguna, ellos obviamente lo sabían, la única que estaba fuera de la realidad era yo, yo era la que no estaba enterada de lo que tenia, de lo que estaba pasando.
Entonces coloco la mirada hacia mi doctor, detectando cierta tristeza en sus ojos, el me mira y me dice: "Diamela tenes leucemia, ésta enfermedad no es fácil, su tratamiento te va a causar muchos efectos secundarios, como: "perdida del cabello", "nauseas", "gran perdida de peso", "perdida de apetito" "cambios en los gustos de las comidas", "fuertes dolores musculares", entre otras cosas.
Directamente me dijo que si o si tenia que someterme a las quimioterapias, y que el tratamiento lo tenia que hacer en Buenos Aires, en el hospital que el deposito su confianza al 100%.
Así que partí rumbo hacia donde estoy ahora, fue uno de los peores viajes que hice, el dolor no me dejaba respirar, no sabia si acostarme o si seguir sentada, me cambiaba de asiento, parábamos para descansar mi cuerpo y nuevamente retomábamos el agonizante camino, ese viaje sentí que realmente no iba a sobrevivir.
Al día siguiente llegamos al hospital. Entré con pánico, no sabía lo que me esperaba. Por suerte recibí una de mi primeras atenciones, la verdad sin palabras, esa doctora me trato de una manera que me hizo sentir confortable.
Me derivaron a pediatría ya que en ese entonces tenia 15 años (edad la cual estaba aceptada), me recibieron con la unas sonrisas Pablo Reyes y Nicolas Sticco, doctores que hasta ahora les tengo cariño inmenso, con Pablo además de pelear como infantes aplica ese lado paternal conmigo lo cual estoy realmente agradecida de recibirlo, Nico es un doctor especial ya que por más que mis ánimos estén por suelo logra sacarme una sonrisa sincera que muy pocos logran, el esta encargado de hacer más llevaderos mis dolores.
A medida que paso el tiempo llegaron Nestor Panattieri y Andrés Villa.
Andrés vino con una postura que me dio miedo, luego nos fuimos conociendo y hoy al fin puedo decir que pude agarrarle aprecio, el es mi medico de cabecera, el que me despierta de mis sueños más profundos golpeando la puerta fuerte, abriendo las ventanas y prendiendo las luces, con su voz grave diciendo; "arriba arriba", el es pésimo en hacer chistes y el tiene que bancarse el papel de mala onda por ser el encargado de dar las malas noticias.
Nestor por otro lado, con solo mirarlo ya te saca una risa, el es que ve siempre el lado positivo a las cosas, es el que cada vez que me visita me llena de esperanzas, el es el doctor que puso sus brazos y me dono granulositos (células relacionadas con las defensas). Un genio.
Luego llegaron las medicas residentes, una mejor que otra, y cada una con un trato especial, se ganaron mis risas en los peores momentos.
Después las conocí a ellas, a mis "hermanas sabelotodo", así las apodé, porque además de ser jóvenes quizas unos años mas que yo, se comportan como adolescentes y me cuidan como si yo fuera su hermana menor, con ellas me refiero a las enfermeras, que no solo son profesionales sino que son mis amigas.
Luego también puedo hablar de mis cirujanos, anestesistas, de las chicas de laboratorio que me sacan sangre, de mis psicólogas, infectólogas, hematólogas, entre otros y sus buenas actitudes para conmigo, tanto humana como profesionalmente hablando.
La verdad no me puedo quejar porque desde mi llegada ellos me colocaron en sus corazones y de mi parte realmente no hay quejas hacia ellos. Como mencione antes me va a costar demasiado despegarme de ellos para conocer a nuevos médicos que sigan con mi tratamiento de mantenimiento.

2 comentarios:

  1. Este es el mejor halago que puede recibir cualquiera que trabaje de esto!! Sacaste de cada uno su lado mas humano y sensible por el corazon enorme que tenes, y por eso sentimos tanto tus dolores y nos alegramos tanto con tus victorias. Gracias Diame a vos por enseñarnos tanto cada dia, por tu fuerza, tu valentia, tu confianza, tu alegria, tu energia y tu sensibilidad.

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  2. Nestor es pediatra de mi hija, es tal y como lo describía. Un grande como médico y como persona. Andres paso toda una noche sentado en una silla de plástico, la cual dio vuelta para apoyar sus brazos en el respaldo y no dormirse. Cariño, respeto, agradecimiento, todo eso inspiran éstos grandes profesionales.

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