martes, 25 de agosto de 2015

Y llega el punto en donde simplemente uno se cansa pero no queda otra que seguir.

Siempre me considere una persona fuerte, una persona capaz de sobrellevar bien cualquier prueba que se me viniera encima, pero no siempre es lo que uno piensa.
Cuando me entere que tenia leucemia, fue como que mis fuerzas se tomaron el palo y me dejaron sola, fue como si dijeron: arreglatelas como puedas.
Al principio del tratamiento no me imagine pasarla tan pero tan mal, como de Chaco yo ya me venia muriendo todos los tratamientos costaban hacerme mejorar.
Llegaban esos días en que ya no aguantaba más, cada complicación desgastaba mi cuerpo y mente, era como que en ese momento la muerte misma me decía que no iba a pasar de ese día, el miedo de morir me ponía la piel de gallina, me paralizaba el corazón.
Recuerdo haberle dicho a mis viejos la idea de no seguir con el tratamiento, que estaba cansada, que mi cuerpo no aguantaba ni un pinchazo más, que estaba harta de estar en una ciudad desconocida, no soportaba que me estaba por perder muchísimas cosas que si bien ellos no entienden ni siguen entendiendo con claridad, pero que para un adolescente si es importante porque esos momentos solo se viven una vez y los podes repetir pero solo en tu mente y yo ni siquiera eso iba poder hacer.
Pero de que me serviría dejar el tratamiento, ir para allá y no vivir? Era como estar entre la espada y la pared, entre la vida y la muerte, entre parar y seguir sufriendo, no me quedaba otra que poner literalmente el pecho, recobrar las fuerzas que perdí y vivir el día a día, esperando quizás lo mejor o peor, pero solo esperar, no quedaba otra, tampoco había más opciones, es tener en claro que de la nada todo se iba al fondo.
Y así, después de tantos tropiezos llego esa noticia que tanto esperábamos, viernes 13 de marzo 10:30 a.m. una manada de doctores, enfermeras y oncólogas llegaron con sonrisas enormes, el cual me resultaba raro. A penas vieron mi cara de confundida preguntaron ¿Estas feliz?, yo no entienda el porque pesaban que yo iba a estar feliz, ¿Qué clase de felicidad podía yo encontrar en esos momentos? y ahí sin dar vueltas una de las oncólogas encargadas de mi tratamiento dijo: "estas en remisión" obviamente me puse feliz, pero la cuestión es que no entendía lo que me estaba diciendo, al ver mi cara de "¿?" me explicaron que después de tantas quimios habíamos logrado limpiar mi médula de toda célula cancerígena, que a la leucemia la habíamos frenado.
Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, fue y va a ser una de las mejores noticias de mi vida, nada más lindo que en simples palabras te digan "vas a seguir viviendo" .

2 comentarios:

  1. No moriré; sino que viviré
    para contar lo que hizo el Señor.

    Salmos 118:17

    PD: te debo una visita. Oro por vos!

    Con cariño, Marcos Pedzik.

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    1. Marcos querido, que lindo versículo!
      y si me debes esa visita, hace banda no te veo, y gracias por tenerme en cuenta en tus oraciones!!! Abrazo enorme!

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